lunes, 2 de enero de 2012

CÓMO TERMINÉ LA SAN SILVESTRE


            Aquí estoy. Antes de nada, feliz año a todos.
            Pues sí, he sobrevivido a la San Silvestre ¡por duplicado! A ver si soy capaz de narrar una crónica de mi carrera, digo la mía porque la de los demás no la sé. Como sabréis los que me seguís (y me soportáis) era mi primera carrera. La elegí porque el recorrido era asequible: 7,7 km con pocas cuestas (alguna de ellas, jodida) y me pareció estupenda para desvirgarme en esto del running: correr en casa, con amigos y conocidos dando ánimos, etc, etc, etc.
            Dicen que para toda carrera hay que plantearse un objetivo. El mío era sencillo y poco ambicioso: terminar. Si tenemos en cuenta que sólo llevo cinco meses corriendo, era lo único a lo que podía aspirar. No llevaba ningún plan de entrenamiento y, de hecho, no conseguí llegar a correr 7 kilómetros seguidos hasta la semana anterior. Aún encima, llevo arrastrando un resfriado “de los míos” (tos de perro continua) desde el 20 de diciembre, lo cual no me imposibilitó entrenar: seguí saliendo a correr tres días por semana con el moco colgando, cual runner-troll.
            Como soy previsora, el lunes 26 de diciembre me largué sola hasta la Plaza de María Pita, de donde partía la carrera, y me hice el recorrido. Conseguí terminarlo en bastante tiempo, pero con pocas dificultades, rodando al 80% de mi frecuencia cardíaca. Me tocó un día estupendo y soleado, pero frío. Eso me tranquilizó bastante y me alegro mucho de haber hecho la prueba antes del día D.
            Total, que llegó el 31, lloviendo a intervalos, yo con un ligamento medio tocado por la prueba del lunes, y allí me planté con marido y amigos. Él salía en el primer cajón por haber hecho tiempo el año anterior, yo con el mogolloning, gente disfrazada a diestro y siniestro: de supermán, de pitufo…
            Ya empecé mal. Al poner el pulsómetro en funcionamiento, no sé qué leches hice que escoñé todo. Así que me tiré los primeros 500 metros intentando arreglar el cacharro, que yo sin pulsómetro no soy persona. ¡Y menos mal que lo arreglé, que en cuanto volvió a funcionar me indicó que iba al 95% de mi frecuencia cardíaca! Mientras yo trasteaba, me iba pasando gente, entre ella un papá corriendo con el carrito de su niño, y al kilómetro y medio un ruido a mis espaldas me indicó que detrás de mí ya iba sólo el coche escoba. ¡Oportuno nombre!
            Decidí concentarme entonces en la carrera y dejarme de leches. Delante de mí iban dos tías con gorrito de papá noel y empezaron a andar. ¡Esta es la mía! Pensé. Pero iba tan a tope de pulsaciones que el menor intento de adelantamiento se me antojaba imposible. Además, cada vez que lo intentaba las muy se ponían a correr. Lo conseguí al tercer intento y no supe más de ellas, yo creo que eran de la organización. Para alegrarme un poco más la tarde, empezó a llover. El pulsómetro seguía pitando. Yo, ni puto caso.
            El recorrido de la San Silvestre coruñesa consiste, esencialmente, en correr unos 4 km del paseo marítimo hasta llegar a una rotonda, girar, y bajar esos mismos 4 km, lo cual quiere decir que en algún momento te vas a encontrar a los que ya vienen de vuelta, cosa que sucedió más o menos cuando yo iba por el km 2 o 2,5, subiendo la primera jodida cuesta, cegada por la lluvia y con un dolor de espinillas que me estaba cagando en mis muertos. El momento glorioso fue cuando me crucé con mi marido, que trotaba alegremente cuesta abajo mientras yo me asfixiaba subiendo lo que el bajaba. Me pegó un grito de ánimo y yo seguí mi trotecillo a 7 minutos el kilómetro.
            Primera cuesta abajo, qué alegría para mi cuore y qué sufrimiento para las rodillas. Y en esto, que me veo un tío que va andando y abandona. Eso me dio ánimos, porque, a todo esto, en ningún momento se me ocurrió rajarme o pensar que no iba a terminar la carrera. Lo mismo que la había hecho el lunes la hacía el sábado. En vez de aprovechar la cuesta abajo para salir cagando leches, aminoré el ritmo para ver si mis maltrechas pulsaciones se rehacían un poco. Ya les adelanto que jamás conseguí en todo el tiempo trotar a menos de 160 pulsaciones, cuando lo normal en mí es hacerlo entre 150-159. A 155 acometí la segunda cuesta recontrajodida, la que va hasta la torre de Hércules. Había gente en las ventanas de los edificios animándome. Yo le decía lo mismo a todo el mundo: “La voy a terminaaaar”. Delante de mí llevaba a una pareja que empezó a andar, pero no pude alcanzarlos. Poder podía, pero probablemente me estallaría el corazón en mil pedazos si lo intentaba.
            En esto que los del coche escoba empezaron a empatarse conmigo, pues conocía a uno de ellos. Fueron de lo más amables, preguntándome continuamente si estaba bien. Yo contestaba invariablemente: “por mis ovarios que la termino, coño”. Acabó la tortura de la cuesta y, como regalo, adelanté a una pava que iba un poco hecha polvo. Las piernas ya no las notaba, normalmente a partir del km 3 ya me dan igual ocho que ochenta. Tardé en darme cuenta de que había dejado de llover.
            Empezó entonces la cuesta abajo. Pasé el control con los susodichos mensajes de ánimo y me sentí como la reina de Inglaterra cuando la poli paró el tráfico (ya lo habían reanudado, jajaja) hasta tres veces para que yo pasara. Los del coche escoba seguían dándome palique y yo tenía el ojo puesto en los dos o tres que llevaba delante, incluida la pava a la que había adelantado y que, como podéis deducir, se había rehecho y, a su vez, me había adelantado. En mi descargo diré que era bastante más joven que yo. Intentaba pensar en algo, pero no podía. No puedo decir ni queriendo en qué pensé durante aquellos 7,7 kilómetros. Tampoco tenía unas ganas locas de terminar, sobre todo porque me iba a dar vergüenza entrar sola.
            Al pasar el kilómetro 6 un chico me gritó: “Vengaaa, que sólo queda un kilómetro”, aunque yo ya lo sabía. Decidí apretar un poco a ver si conseguía reducir la distancia con los tres de delante. Lo mismo me iban diciendo los del coche escoba, que ya no quedaba nada. Contesté toda chula que ya lo sabía, que ya había hecho el recorrido el lunes.
            En el último tramo conté con una visita inesperada que me ayudó moralmente a recorrer los últimos metros. Los de delante me esperaron (desde aquí les doy las gracias) para entrar todos juntos en la meta. El speaker, que debía de estar hasta las bolas de esperar y con ganas de irse a cenar a su casa, entró conmigo vociferando. Aceleré y entré a 180 pulsaciones, ciega, sorda, muda y sin poder frenar de la inercia que llevaba. Mi marido y yo nos abrazamos y él se puso a saltar intentando en vano que yo hiciera lo mismo. Parecía un muñeco en sus brazos, no podía más. Entregué el chip y fui a fundirme medio litro de bebida isotónica. Reventaba de orgullo: había terminado la San Silvestre dos veces en la misma semana. Llegué a casa, me di un baño caliente y me fumé un cigarrito para celebrarlo. ¿Que si volveré el año que viene? ¡Por supuesto! Aunque llegue de última. Cuando tenga fotos, ya os las enseñaré para que echéis unas risas.


7 comentarios:

  1. Di que sí, coño...no esperaba menos. Enhorabuena!!!

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  2. te voy a contar un secreto, ¿sabías que si no llevo el pulsómetro puesto no puedo correr ni 10mts?, ya no importa tanto la FC, ni el tiempo, ahora bien, LAS CALORÍAS , SI ESAS , LAS QUE VAMOS GASTANDO MIENTRAS NOS MATAMOS, SI NO LAS VEO, NO PUEDO, un besito,

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  3. Pues yo estoy obsesionada con la frecuencia cardíaca. Durante los primeros tres meses me asombraba llegar de correr y no caer fulminada por un infarto. Las calorías ya me importan menos, además que no creo que el contador del pulsómetro sea fiable, cada metabolismo es un mundo. Bicos.
    Xoaniña, con la vara que llevo dándote desde septiembre con el tema supongo que no esperarías menos, jajaja. Graciñas por tu felicitación.

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  4. dos veces, la terminaste dos veces. Ya solo eso es lo mejor no?
    ;)

    y ojo! q cruzar con el spiker .. no todos lo pueden decir.. por cierto.. estaba bueno el susodicho??

    BSS

    BSS

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  5. No me dio tiempo a fijarme, Glenda. Iba pendiente de no morirme, jajaja. Bss

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  6. Todo un logro para llevar solo 5 meses corriendo !!! y como bien dices llegaste la última pero llegaste que eso de rajarse nada
    Besos

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  7. Jaja llegue de antepenultima porque unos amables chicos me dejaron pasar

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